Hace pocas semanas llegó a mi centro de estética una clienta con una lista de precios de la competencia, la mujer nos preguntó como era posible que en esa tarifa algunos de los tratamientos costaran la mitad o incluso menos que en nuestro centro. Esta, por desgracia, es una situación cada vez más habitual sobre todo desde que aterrizaron una gran cantidad de franquicias de belleza que se empeñan en tirar por tierra los precios en tal de atraer clientes. Por mucho que yo le explique que por ese precio lo más que pueden hacer es limpiarle un poco el rostro y untarle la crema mientras le dan una friega ella tan sólo podía ver la diferencia de precios y la entiendo, lo único que pudimos aconsejarle es que probara el tratamiento de la competencia para poder comparar, porque dudo mucho que con esos precios le dediquen más de una hora y una buena cantidad de productos de primera calidad como hacemos nosotras. También le contamos la cantidad de clientas que vienen rebotadas de esos centros supuestamente low cost que finalmente prefieren pagar un poco más por un servicio de calidad. Pero eso es algo que tendrá que descubrir por ella misma.
En una época económicamente tan complicada para los que nos dedicamos a actividades comerciales de las que el cliente puede prescindir es lógico que todos busquemos el mejor precio, de hecho casi todas las colegas con las que he hablado en los últimos tiempos han intentado bajar precios de la mayoría de los servicios estéticos que ofrecen en sus centros, pero ninguna de nosotras puede llegar a ofertar un descuento del 70% sobre el precio original, porque en ese caso perderíamos más dinero cuanto mayor fuera el volumen de trabajo, o lo que es lo mismo moriríamos de éxito.
Por mi parte seguiré atendiendo con profesionalidad a todas mis clientas, ofreciendo tratamientos estéticos con una buena relación calidad/ precio como hasta ahora, creo que ese debe ser el nicho de mercado al que debo dirigirme.